Parece que algo está cambiando. Acabo de leer, con gran agrado, un artículo de un político conservador vasco en el que se cita a Rutger Bregman, autor de “Utopía para realistas”, y se defiende la creación de una Renta Universal en Euskadi.
Ciertamente la idea, que se basa en el concepto de que una vida sin pobreza no es un favor sino un derecho, no es nueva y se han hecho decenas de experimentos a lo largo de todo el mundo. Ya en 1974 se implantó con éxito en Dauphin (Canadá) y hoy se está aplicando en Ontario, Alaska y más recientemente en Finlandia. También Suiza, aunque fue rechazada en referéndum hace un par de años, se planteó la creación de una Renta Básica Universal.
Tampoco es una idea de izquierdas o de derechas. Bregman dice que esta medida recoge lo mejor de la izquierda, su preocupación por la pobreza, y lo mejor de la derecha, su defensa de la libertad individual. En España han sido Izquierda Unida y Podemos quienes, principalmente, han extendido esta idea, pero en Finlandia, así como en otras zonas, ha sido gobiernos conservadores quienes han liderado la Renta Universal.
También tiene sus detractores. Muchos de ellos responden al perfil de los que Bregman llama “los perdedores”. Personas inmovilistas que piensan que lo que tenemos ya es suficientemente bueno y que no pierden el tiempo persiguiendo utopías ¿Pero no son acaso el progreso y el desarrollo un camino permanente hacia la utopía?
La idea de una renta básica universal cada vez concita más adhesiones. Además de la de nuestro político vasco, Mark Zuckerberg (Facebook), Bill Gates (Microsoft) y Jeff Bezos (Amazon), poco sospechosas de ser personas antisistema, también se han declarado entusiasmados con esta idea. Hasta los ricos del Foro de Davos están acuñando términos como “capitalismo responsable” o “capitalismo ético” y planteando el estudio de la Renta Básica Universal como posible solución a la pobreza y la más que probable caída de la clase media occidental derivada de la creciente automatización de los procesos industriales y el empuje de los países en desarrollo.
En cualquier caso, y cualesquiera que sean las motivaciones que nos impulsan a ello, debemos plantearnos soluciones nuevas ante problemas viejos y nuevos que hasta la fecha no hemos sido capaces de resolver y ante los cuales la Renta Básica Universal se presenta, en palabras de Bregman, como una solución utópica y realista.
Quizás algo esté cambiando ahí afuera … y yo no quiero perdérmelo.