Hablar de salud mental en el contexto de la pandemia.
Este año nos hemos acostumbrado a vivir entre gráficas, entre números de contagiados, entre números de PCR, entre números y números.
Ha aparecido algo nuevo: vivir con el miedo al otro, el otro como riesgo potencial de contagio.
En nuestras cabezas nos imaginamos escenarios de preocupación, tenemos el miedo como emoción predominante. Toda la atención está centrada en el virus y alejada de lo concreto que hay a mí alrededor.
Este virus que nos ha llevado al aislamiento.
En la pandemia hemos visto que la frustración se ha hecho más presente en la realidad diaria. Tenemos el sentimiento de ser meros peones en una tabla de ajedrez que funciona con unas reglas desconocidas e incomprensibles. Se impone la impotencia y el anonimato como escenario global.
La salud mental queda relegada a una situación secundaria, como tantas otras realidades que la COVID ha arrasado.
El lema de este año para el Día Mundial de la Salud Mental es “SALUD MENTAL Y BIENESTAR, UNA PRIORIDAD GLOBAL.”
En la Declaración de los Derechos Humanos está recogido el derecho a la salud.
En los objetivos de desarrollo sostenible se recoge como objetivo clave la cobertura universal de la salud.
La salud mental no se construye por decreto, la salud mental requiere cuidado.
SALUD MENTAL Y BIENESTAR UNA PRIORIDAD GLOBAL
CUIDANDO LA SALUD MENTAL, AQUÍ Y AHORA.
EL CENTRO DE DIA ESPACIO DE BIENESTAR.
Indudablemente el aislamiento y distanciamiento social en estos momentos nos protege del COVID. Pero si hablamos de la salud mental, resulta que el aislamiento es uno de los síntomas de desequilibrio.
En este momento la ventaja que tienen los grupos burbuja son la estabilidad que dan al ser un espacio de pertenencia más estrecho. Necesitamos tener “contactos estrechos” para que nuestra vida se llene de contenido.
Cuando sé que hay un lugar en el que soy no sólo bien recibida, sino sobre todo esperada, mi bienestar aumenta. Cuando comparto intereses y actividades mi horizonte se amplía. Y eso es lo que estamos experimentando ahora en el Centro de Día.
La incertidumbre se ve calmada por un entorno sereno en el que hay sitio para el grupo y en el que se conocen los límites del grupo. Así el Centro de Día retoma su valor como espacio de pertenencia.
Ahora los proyectos son concretos, desde la realidad del aquí y del ahora, adaptados a la realidad de las personas que componen el grupo.
Haciendo realidad las palabras de Galeano:
“Mucha gente pequeña en lugares pequeños haciendo cosas pequeñas puede cambiar el mundo”
Josefina Fernández
Psicóloga Bizitegi.