Terminadas las prácticas que me trajeron hasta Bizitegi, el balance que puedo hacer es muy positivo, he aprendido muchas cosas sobre un colectivo que desconocía, tanto a nivel profesional como humano. Tenía unas expectativas que no se corresponden con la realidad vivida, no era consciente de que las personas que se encuentran en exclusión social, los “invisibles”, son personas que, a pesar de sus dificultades y experiencias vividas, están llenas de cariño y agradecimiento, también de frustraciones y muchas veces con dificultades para regular tanto sus emociones como los conflictos.
Esperaba un lugar donde las trifulcas fuesen más frecuentes que lo que he encontrado, donde los usuarios no tuviesen relación entre sí, cuando la realidad es que tienden a apoyarse en muchos casos, tolerándose la mayoría de las veces. La expectativa nada tiene que ver con la realidad.
He recibido respeto, aceptación y cariño, tanto por parte de los y las profesionales, como de las personas usuarias, y es lo que me llevo, además del conocimiento de las actividades que se realizan en el centro, la atención recibida por los distintos programas que existen en Bizitegi, la forma de trabajar del equipo, la coordinación y la relación existente con otros profesionales, el teatro, los desayunos “en familia”, las fiestas navideñas, las risas con el equipo y con las personas usuarias…..todo bueno…..
El día a día del centro y de las personas que acuden a él, está lleno de idas y venidas, de imprevistos, dentro de una rutina que los y las profesionales consiguen mantener, pese a las dificultades que encuentran, es un trabajo dinámico, lleno de “sorpresas”, una forma de trabajar a la que hay que acostumbrarse, para mí no fue fácil al principio, pero se aprende, a todo se aprende, flexibilidad es lo que he aprendido.
A nivel de aprendizaje, he podido realizar sesiones de entrenamiento cognitivo, que me han ayudado a hacer una planificación y puesta en práctica de actividades, entendiendo que, a veces, las cosas no salen como uno espera en su ilusión por “salvar el mundo”, tenía expectativas muy altas con ciertas cosas, resultando que no es lo que más motiva a las personas, lo que más les atrae es poder pasar un rato divertido con otras personas, y al final, lo más bonito que he observado en estas sesiones, es la interrelación entre las personas usuarias y como establecen una relación de ayuda entre ellos, no se puede pedir más, solo pasar un buen rato con personas que se preocupan por ti y te escuchan de forma activa.
He visto las similitudes que existen entre estas personas, que son más de lo que parece, la mayoría padece trastorno mental y físico, se encuentra en exclusión social, toman medicación y son personas frágiles (aunque muy duras) y con dificultades a nivel cognitivo en la mayoría de las ocasiones, también he visto sus diferencias, que son muchas, cada una de ellas es un mundo, una historia, unidas todas ellas por unas circunstancias.
He tratado personas con diagnósticos que nunca había visto, pasado pruebas, elaborado informes, realizado acompañamientos. He conocido la organización, su forma de trabajar, he realizado un estudio sobre el VIH, del que desconocía casi todo, y he aprendido muchísimo sobre la enfermedad y sus consecuencias, he estudiado las consecuencias de la enfermedad mental, abuso de sustancias y medicación a nivel cognitivo, teniendo la oportunidad de realizar valoraciones psicológicas a diferentes personas. Ha sido un trabajo muy enriquecedor que me ha enseñado mucho.
He podido estar en reuniones de coordinación con salud mental, muy interesantes a nivel de contenido, he participado en reuniones de equipo y en asambleas de Bizitegi, donde he aprendido sobre la organización, he disfrutado de las obras de teatro de Zenbatu y del Homeless Film Festival, así como del World Gantxito, que me parece una actividad muy enriquecedora, he podido asistir a las actividades que se hacen en el centro, viendo como los y las profesionales trabajan y cómo interactúan con las personas usuarias, he buceado en la plataforma informática, que tanta información tiene y sobre todo, he conocido a personas estupendas que me han enseñado humildad, entre otras muchas cosas.
He trabajado con libertad, pudiendo aportar todo lo que se me ocurría, equivocándome sin que pasase nada, con calma dentro del caos, no sé cómo lo hacen estos grandes profesionales, en un ambiente de respeto y buen humor, me he sentido como uno más y eso no tiene precio.
Entre mis frustraciones, mencionar, que he sido testigo de mis limitaciones y de todo lo que me queda por aprender, nunca dejamos de aprender. Me he encontrado sin saber qué decir a personas que relataban historias tremendas, sobre sus vivencias, limitándome a escuchar, sintiendo que no aportaba mucho. He intentado conectar con personas con las que no siempre lo he conseguido, hay personas que te lo ponen realmente fácil, te acogen desde el primer momento, te cuentan cosas sin apenas preguntarles, hay otras que o bien pasan desapercibidas y “no las ves” o tienen un carácter que intimida. Es fácil caer en la trampa y dejarse llevar por la cara amable, aunque el verdadero reto consiste en descubrir qué oculta el otro lado de la moneda, las personas más “herméticas”.
Gracias a todos y todas, tanto profesionales como personas usuarias por vuestro apoyo, comprensión, humor, implicación y profesionalidad, gracias por llamarme por mi nombre desde el primer minuto y por incluirme dentro de un equipo estupendo donde me he sentido aceptada y valorada, por hacer posibles unas prácticas muy productivas y fáciles de llevar, intuía que iban a ser duras y difíciles, pero nada más lejos, han sido meses intensos, con muchas cosas, pero llenos de aprendizaje y vivencias positivas y gratificantes.