El 1 de junio comenzamos nuestra andadura por tierras gallegas. Después de 12 años nos apetecía volver a hacer el camino de Santiago empezando en Sarria. Allá nos fuimos 9 personas con muchas ganas.
Lo primero de todo es agradecer a Fernando por la atención con las y los andarines y lo bien organizado que estuvo todo. Desde el albergue, los lugares para hacer el hamaiketako, qué cosas ver, historia, dónde comer…
Y el toque de humor que nos ha aportado nuestro presi, que ¡hay que ver cómo anda! Es un plus compartir este tipo de espacios con gente diferente de Bizitegi.
Las etapas las comenzábamos con incertidumbre por no saber cómo acabaríamos, pero con fuerza. Nos íbamos cansando, pero según llegábamos al final, nos llegaba la satisfacción por haberlo conseguido. Sobre todo, después de la ducha.
Lo que más nos ha gustado ha sido el compañerismo, la organización, la suerte de haber tenido buen tiempo, y como no, la comida gallega, pulpo, empanada, queso y buen pan gallego. No nos hemos privado de nada. Menos mal que hemos quemado calorías por el camino.
El ambiente, los alrededores, la gente que conoces por el camino, todo con muy buen rollo.
Hemos visto hacer el camino de diferentes formas, en moto, en bici, a caballo, en quad… aunque la mayoría a pie, según la tradición, y el saludo «Buen camino» acompañaba cada encuentro.
Un saludo muy especial a nuestras amigas catalanas y al peque que en hombros de su madre nos saludaba cada etapa.
En todo momento estábamos coordinados para no perdernos, según los diferentes ritmos, con la ayuda de los walkies nos reagrupábamos y en algunas ocasiones nos ha venido bien el apoyo de la furgoneta. Estábamos pendientes del grupo y nos animábamos a continuar.
El camino está bien señalizado, existen caminos alternativos, aunque ir por asfalto nos machacaba mucho.
La etapa más dura, fue la más larga, desde Palas de Rei, parecía que Arzúa no llegaba nunca.
Por decir algo menos positivo es el negocio que hay alrededor del camino, demasiado para nuestro gusto. Ha cambiado mucho en estos años.
También hemos aprendido, por lo que nos toca, que hay que cuidar los espacios en grupo, con otras personas, sobre todo cuando se duerme y se intenta descansar.
Como anécdota, casi no llegamos a tiempo para recoger La Compostela, ¡con lo que nos costó reunir los sellos por el camino!
También nos dio tiempo a hacer turismo por Santiago y A Coruña donde estuvimos en el museo Domus y aprendimos entre otras cosas, cuánta agua tiene nuestro cuerpo.
Una pena la falta de personas del equipo de monte que en el último momento no pudieron ir, Marina, Iñaki… para la siguiente.
Lo recomendamos y repetiríamos sin lugar a dudas, y proponemos hacerlo en otro mes que no esté tan masificado.
Aquí os dejamos testimonios personales que explican lo que sentimos:
«Lo que más me impresionó, fue el compañerismo que existe en el camino. No sabía que le concedieron el príncipe de Asturias de la concordia. Es alucinante cómo gente de diferentes países se relacionan de igual a igual. ¡Chapó por la humanidad!»
» A mí también me ha servido para ser feliz con las pequeñas cosas de la vida, como el canto de un pájaro, las vistas…También me ha venido bien espiritualmente y he mirado más mi interior, en la vida hay etapas duras y hay que andarlas, muchas veces te cansas pues paras por el camino y descansas, que a veces en la vida hay que tomarse descansos, pero después de descansar coges fuerzas y sigues. El camino me ha enseñado a ir poco a poco.»
«Al hacerme la idea, antes de salir de Bilbao, creí que alguna etapa igual tenía que ir en la furgoneta, hubo una que se me cargó la rodilla (la que me «extravié»), pero nada más. Fue una bonita experiencia, nos conocemos un poco más y hubo un ambiente cordial. Llegamos a estar bromeando hasta el final. Comimos bien y muy bien, una de las mejores veces que he estado en Galicia. Me dio pena no abrazar el busto de Santiago imaginando los miles de personas que lo han abrazado, estaría lleno de energía, pero que se le va a hacer. Yo iría el año que viene. Le doy un 10″
En el recuerdo nos quedan las risas, los paisajes, la comida, la foto y el buen ambiente y como no los souvenirs y las compras, aunque de alguna ya no queda ni las migas.
Hasta la próxima. ¡Buen Camino!
Caminantes. Bizitegi