Alta intensidad, baja exigencia, media intensidad, alta exigencia, baja intensidad… expresiones que quieren definir, dentro del amplio mundo de la intervención social, las diferentes necesidades que tenemos las personas en momentos concretos o no, de nuestra vida, y la forma de responder a esas necesidades.
Bizitegi tiene un dispositivo residencial definido como alta intensidad. Es una miniresidencia de 7 plazas, con habitaciones individuales, destinada a personas con poca autonomía y gran necesidad de apoyo en la vida cotidiana.
En esta miniresidencia tenemos en cuenta una serie de principios generales como marco de intervención: principio de normalización, autonomía, participación, integración, globalidad, profesionalización, todo ello bajo el paraguas de la atención personalizada.
Con cada persona respetamos y fomentamos entre otros muchos, los derechos de dignidad, confidencialidad, autonomía, información y participación.
Hasta aquí más que definir un dispositivo, lo que he hecho es hablar del estilo de acompañamiento en Bizitegi, es decir, cualquier recurso de la Asociación responde a las necesidades de las personas usuarias, teniendo en cuenta estos principios y estos derechos.
Lo que caracteriza a la miniresidencia como servicio residencial de alta intensidad, es el apoyo y acompañamiento en las actividades de la vida cotidiana. Estas actividades-necesidades hacen referencia a la totalidad de la vida, desde la alimentación, higiene, imagen personal, relaciones sociales y familiares, habilidades domésticas… hasta el ocio, disfrute del tiempo libre y participación comunitaria.
La intervención y el seguimiento está garantizado durante las 24 horas los 7 días de la semana, esto no quiere decir, aunque parezca una contradicción que las personas estén acompañadas físicamente 24 horas, ya que según sus capacidades y habilidades pueden y se les anima a participar en otros espacios y con otras personas diferentes al personal del servicio. La persona profesional ofrece una disponibilidad, seguridad, y cobertura, que facilita el seguimiento de los objetivos, favorece la calidad de vida y mejora el proceso vital de cada persona.
Desde mi experiencia, en la alta intensidad el grado de exigencia no viene dado, responde a las habilidades y capacidades de las personas en cada momento.